lunes, 4 de junio de 2018

1./ MAYO 2018, RUTA AL BAJO ARAGON y MATARRAÑA



Día 28.5.18 
 
De nuevo nos ponemos en marcha, en esta ocasión, nos vamos a dirigir al Bajo Aragón y la Comarca de Matarraña, todo ello en la provincia de Teruel.
Nos dirigimos a la localidad del Grao de Castellón donde pernoctamos en el área y desde aquí, iniciaremos la ruta por la referida zona.







Día.-29.5.18

 







Desde el Garo, nos dirigimos hacía la localidad de Mas de Alba y  pasando el alto de Ares, desde donde se puede observar el pueblo del mismo nombre enclavado en la montaña. Segujimos hasta VILLAFRANCA DEL CID, En Villafranca paramos para dar una vuelta.  

El rey Pedro IV el Ceremonioso autorizó la construcción de murallas y concedió la independencia de Morella el 8 de junio de 1358; pero once años después cambió de parecer y anuló el privilegio.

 
   Monumento a la confección de medias



Felipe IV
comprendió la carga financiera que suponía esto para las aldeas, y en pago a los servicios prestados por los aldeanos en las guerras de Francia y Cataluña, las independizó.

Paseamos por la localidad donde visitamos el  Horno Medieval, construido a finales del s XIII, fue donado por el rey Pedro IV en 1358 a un médico llamado Pedro Ros por los servicios prestados durante la epidemia de la peste negra.
En 1691, año de la independencia de Morella, tomaron posesión de él los jurados de la villa y en 1860 se desamortiza y pasa a manos privadas. 

La Iglesia Parroquial de Santa Magdalena. Monumento renacentista edificado entre 1567-1572, es uno de los mejores monumentos del siglo XVI valenciano. Está declarada Bien de Relevancia Local.

Durante el paseo, contemplamos algunas casas señoriales que muestran la importancia de la villa en épocas pasadas. Terminamos la visita, comprando un pan, por cierto muy bueno, y que nos dura 3 días sin ponerse duro.




Seguimos la ruta, y nos dirigimos a la localidad de LA IGLESUELA, donde la población se encuentra atravesada por dos riachuelos que la dividen en dos partes, uno central y dos laterales; en el central se encuentran enclavados los edificios más importantes de la villa, tiene forma de triángulo y es el que estuvo amurallado, con sus cinco portales de acceso constituyendo así lo que fue la villa medieval.
 





El origen de La Iglesuela es remoto, dado que se tiene noticia de que existía mucho antes de la llegada de los cartagineses, siendo conocida como Athea.
Luego conoció diversos nombres, tales como Clesihuela, Egosuilla, Alglisuela, Layguysuela y Delaigleisuela; en 1464, tomó su nombre definitivo, Iglesuela. Después adoptó el apellido «del Cid», en atención a que fue precisamente Rodrigo Díaz de Vivar quien mandó fortificar el pueblo y levantar su castillo.

En el siglo XII, en tiempos de la reconquista, La Iglesuela se encomienda a los templarios, formando parte de la que fue la Baylía de Cantavieja. En 1242 se le concede a la villa la carta puebla, a partir de la cual se consolida el núcleo de población, posiblemente con el asentamiento de los templarios, originándose así el primer recinto amurallado. 

Con la disolución de la Orden del Temple en el siglo XIV, La Iglesuela pasó a manos de la Orden de San Juan del Hospital. En esa época, como consecuencia de la guerra con Castilla, se fundó el hospital para acoger enfermos, heridos y transeúntes. En ese periodo también se construyó la Torre de los Nublos. 

La iglesia parroquial es un templo del siglo XVII construido sobre una iglesia gótica anterior. De la primitiva iglesia sólo quedan las bóvedas de la nave central y el ábside poligonal. La actual cabecera barroca se construyó invirtiendo la orientación, a los pies de la antigua iglesia. 

El conjunto se completa con una armoniosa portada plateresca en arco de medio punto con columnas adosadas. Algunas de las capillas de la iglesia fueron financiadas por ricas familias.

Frente a la iglesia se encuentra la Casa de Blinque, donde destaca el arco de sillería de medio punto, el cual presenta en su dovela central el «tau», emblema de la Orden del Temple

La fachada está protegida por un singular pórtico apoyado en un pilar cuadrangular, el cual, aunque fechado en 1729, puede ser mucho más antiguo, posiblemente entre románico y gótico. La fachada, de mampostería revocada, presenta dos óculos de piedra en el semisótano y ventanas y balcones con rejería de forja de carácter plateresco. 

El lado este de la plaza lo ocupa el Palacio Matutano-Daudén, cuya fachada se exhibe en la calle Ondevilla. La sobriedad exterior no refleja la riqueza interior, considerándose una joya la doble escalera monumental con barandilla en celosía tan típica del Maestrazgo en las construcciones señoriales del siglo XVIII. La última remodelación que ha sufrido la ha convertido en Hospedería de Aragón.

Frente a la Hospedería, se emplaza la mansión de la familia de los Daudén, conocida como Casa de las Notarias, que destaca por su pureza estilística y sus proporciones. En la planta baja hay una ventana rectangular con espléndida reja datada en 1568, que cierra junto a ella la puerta de sillería con dovelas.

La arquitectura de piedra seca de La Iglesuela del Cid, visible en la totalidad del término municipal, ha sido declarada Bien de Interés Cultural en 2002



La técnica constructiva de la piedra seca ha sido utilizada en el mundo mediterráneo desde la Prehistoria hasta nuestros días en construcciones de variada tipología. La piedra seca se consigue mediante la superposición de piedras sin unión de argamasa. Con esta técnica se levantan casas que pueden medir hasta 10 m de diámetro, sin que existan estructuras de fijación.
En origen sirvieron como refugio a campesinos y pastores, pero también se usaron como establos o almacenes agrícolas. 

En la Iglesuela se pueden observar, por una parte, muros secos de losas calizas que, con interesantes peculiaridades constructivas, han servido para mantener el ganado alejado de los campos parcelados así como para delimitar fincas y caminos; por otra parte, hay centenares de cabañas redondeadas, llamadas «casas ibéricas» y que, elaboradas con el mismo material.



Dejamos la Iglesuela y nos dirigimos a la cercana localidad de CANTAVIEJA, hoy es la capital administrativa de la comarca turolense del Maestrazgo. Está enclavada en un paisaje abrupto con grandes barrancadas de gran valor paisajístico. 

En la Edad Media, Cantavieja fue enclave musulmán hasta la conquista cristiana en 1169 por parte de Alfonso II de Aragón e, inicialmente, fue donada a la Orden del Santo Redentor.

En 1197 ya estaba formada la encomienda, siendo su primer comendador Miguel de Luna. Durante la Baja Edad Media, Cantavieja fue cabeza de la Baylía de Cantavieja, siendo cedida el 29 de noviembre de 1212 a los caballeros templarios.
 
Recibió su Carta Puebla de manos del maestro provincial, Folch de Montpesat, en abril de 1225. Su último comendador fue Ramón de Galliner, en 1307, y al año siguiente fue asediada varios meses hasta su rendición al ser anulada la Orden.

El historiador Jerónimo Zurita, en sus Anales de la Corona de Aragón, así lo refiere: «fue contra el castillo de Cantavieja y contra los castillos que estaban en aquella comarca un caballero de mucho uso y noticia de las cosas de la guerra que se llamaba Berenguer de Tobía y tuvo muchos días cercado el castillo; y al fin se rindieron y se les ocuparon todas sus fortalezas y rentas y se secrestaron y pusieron en poder de los oficiales reales; y las personas se pusieron en prisión en diversos lugares y castillos del reino».

En 1317, la villa pasó a ser posesión de la Orden de San Juan de Jersusalén tras la desaparición de la Orden del Temple, ya que todos los lugares y bienes de los templarios en Aragón fueron unidos e incorporados a la Orden de San Juan, saliendo ésta muy acrecentada y enriquecida. 

Especial trascendencia en la localidad tuvieron las Guerras Carlistas. Aunque inicialmente en Cantavieja se habían resistido a las exigencias de los carlistas, a medida que fueron conscientes de su soledad frente a ellos ya que el gobierno muy poco podía hacer para defenderles, adoptaron una posición más pragmática que minimizaba los riesgos de la guerra para los vecinos. 

Así, en abril de 1836, durante la Primera Guerra Carlista, el general Ramón Cabrera, apodado el Tigre del Maestrazgo, la convirtió en la capital de la Comandancia General del Maestrazgo. Buenaventura de Córdoba, historiador del siglo XIX, describe en aquella época a Cantavieja como «una villa de Aragón, situada en terreno montuoso... cercada de antiguas murallas, y cuya población no baja de 2.000 habitantes. 

Si el enemigo fortificaba esta villa, fácil le era sujetar las inmediatas y estrechar la línea carlista. Los batallones de Cabrera recibían cada día nuevos refuerzos, y la misma juventud, que miraba con tanta repugnancia el servicio de las armas cuando el gobierno de la Reina hacia un llamamiento para el reemplazo del ejército, alistábase voluntariamente en las filas realistas animada de un mismo espíritu y sentimiento». Por ello, se acometieron mejoras en las fortificaciones de la villa y se crearon una academia para la formación de oficiales, dos hospitales y una fundición de la que salieron los dos primeros cañones para el ejército carlista.

Aprovechando la ausencia de Cabrera y otros jefes rebeldes, el general cristino Evaristo San Miguel intentó dar un golpe al cuartel general del carlismo en el Maestrazgo y comenzó los preparativos para el sitio de Cantavieja (octubre de 1836); comenzado el asedio, los defensores abandonaron la plaza sin apenas resistencia.

Estacionamos en  el área de autocaravanas y nos dirigimos a la Oficina de Turismo, donde va a salir una visita guiada, a la que nos unimos. 

Visitamos el museo Carlista, donde se expone de manera permanente una muestra de la importancia de Cantavieja en la Guerra de Sucesión, como ya está reseñada

La iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora es un templo barroco de gran tamaño construido en mampostería. Tiene tres naves, cubriéndose la central con bóveda de medio cañón con lunetos. La torre se encuentra a los pies y tiene dos cuerpos octogonales superiores con remate piramidal; en los cuerpos inferiores destaca el paso de la calle por debajo de la torre.

La iglesia fue ampliada entre 1730 y 1745 sobre un templo medieval anterior, del cual únicamente se conservan, integradas en el templo actual, la torre y la portada lateral. 

La iglesia de San Miguel es un edificio construido en el siglo XV en estilo gótico levantino. Consta de una nave única cubierta con bóveda apuntada de sillería. La portada se abre a un atrio formado por tres arcos apuntados. La cabecera de cinco lados se cubre con bóveda de cruceríay contiene numerosas marcas de cantero. En el interior destaca el sepulcro de alabastro de Gonzalo de Funes, Bayle de Cantavieja.

Otro edificio de interés es el antiguo Hospital de San Roque adosado a la iglesia de San Miguel, construido en 1775 en mampostería encalada. Cerca de él, se accede al Mirador de El Portillo, situado sobre la antigua muralla.







El Ayuntamiento de Cantavieja es una construcción del siglo XVI de mampostería y sillería en las zonas principales. En la fachada se sitúa el escudo de Cantavieja con una inscripción latina. La parte posterior del edificio se abre sobre la muralla. En su salón de actos hay un espléndido artesonado de madera.

Unida al Ayuntamiento, se encuentra la Casa Bayle. Construida en mampostería y sillería en las zonas estructurales, posee tres escudos en las dovelas centrales del arco. La planta alta, en la fachada que da a la plaza Mayor, cuenta con balcones con dintel de madera y rejería de forja.

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