lunes, 11 de junio de 2018

3. // MAYO 2018, RUTA AL BAJO ARAGON y MATARRAÑA


DÍA 31.5.18

Una vez realizada la visita en Calaceite, nos dirigimos a la localidad de CRETAS, entre los siglos V y II a.d.c. se concentró una población tan numerosa como la que actualmente puebla las poblaciones, de Calaceite y Valderrobres, la mejora de las condiciones de vida y el comercio con los griegos y fenicios favoreció el nacimiento de una cultura “los íberos” y en nuestro caso la tribu de los Ausetanos del Ebro.

Caminamos entre calles centenarias, con las portadas características de la Matarraña, y enseguida, nos encontramos con la Iglesia de la Asunción, Se levanta en el siglo XVI, tomando el relevo de un templo anterior construido probablemente en el siglo XIII. 

Para levantarla se rompió el trazado de la antigua muralla y se ocupó el lugar de uno de los antiguos portales. La iconografía de su portada es muy interesante. Sobre la puerta se representan las figuras de San Pedro y San Pablo ambas enmarcadas en círculos. 
 
Durante la guerra civil sufrió un considerable expolio perdiendo gran parte de su decoración interior. Su sólida construcción original y las numerosas restauraciones han conseguido que hoy en día la iglesia de Cretas siga siendo considerada la más impresionante de las construcciones Cretenses.

Nuestros pasos nos llevan a la calle Mayor, podemos decir que estamos en el mismo corazón de Cretas, ya que se trata de una de las calles más antiguas y con mayor importancia histórica de la villa.



Entramos a ella pasando bajo el arco que se abre en la llamada casa Sapera. Se trata de una antigua casa familiar construida probablemente en el siglo XV.
El centro neurálgico de la vida social en Cretas ha sido y es sin duda la plaza mayor, un auténtico crisol de la historia del municipio y su punto de reunión más destacado.


Lo más característico de la plaza es su magnífica columna central, originaria de 1584 y construida probablemente para un futuro edificio consistorial del que Cretas carecía en aquel momento por pertenecer administrativamente a Alcañiz.

Dicha columna no estuvo siempre en la plaza, hasta bien entrado el siglo veinte estaba más allá de las murallas de la población, cerca de la capilla de San Roque. Sobre ella, el antiguo escudo de la población, con los signos que nos hablan de su larga historia. 

La cruz de la orden de Calatrava, fundadores cristianos de Cretas y señores de la misma hasta el siglo XV. El cordero pascual, símbolo eclesiástico posiblemente asociado al periodo de señorío del obispado de Tortosa

Una de las construcciones más características en los pueblos  son los portales Capilla, de los cuales, este dedicado a San Antonio de Padua en Cretas es posiblemente uno de los más representativos e interesantes.

Como sucede en otras localidades, este portal es en realidad un resto de las antiguas murallas que circundaban la población hasta el siglo XVI. A mediados del siglo XVIII se le añade la función de Capilla, consagrándola en este caso a San Antonio de Padua, una figura muy reverenciada en la zona por su cualidad de patrón de las causas imposibles. 
 
A la capilla se accede por unas escaleras en uno de los laterales y la hornacina, hoy vacía, probablemente guardó en algún momento una figura del santo protector. 

“ La capelleta de Sant Roc, lo qui no acudirà la peste li agarrarà ” Este sencillo estribillo, aún a día de hoy cantado por los niños de Cretas, puede remontarnos hasta los orígenes de la consagración de este antiguo portal de la muralla a la figura de San Roque. 

Como en otros lugares de la comarca, el poder de este santo es invocado como protección contra epidemias y enfermedades, especialmente la peste, que Cretas sufrió a lo largo del siglo XVII y que motivo la construcción de esta capilla y el “hospital” que ocupaba el mismo edificio.

Se trataba en realidad de una especie de albergue para necesitados donde acudían los enfermos y los pobres, así como los heridos en tiempo de guerra y que se mantendría en funcionamiento hasta bien entrado el siglo XIX. 

Tras el paseo y descubrimiento de este desconocido pueblo que no habíamos oído nombrar, nos dirigimos hacía la cercana VALDERROBRES, distante a unos 9 km.

Nos dirigimos hacía dicha localidad para estacionar en el área, pero a la entrada del pueblo, nos encontramos un cartel, que señala un parquin en el castillo, y hacía allí nos dirigimos.

Estacionamos en el referido PK, sin problemas pues es ancho y no hay casi coches, por lo que podemos aparcar sin problemas.







En el término municipal de Valderrobres abundan los yacimientos arqueológicos, que entre otras cosas son testigos de la fuerte presencia ibérica en estos territorios. El más destacado de todos es el de Torre Gachero, donde aparecieron varias estelas sepulcrales, pertenecientes al siglo I o II antes de Cristo y que se conservan en el museo de Teruel.

La reconquista de Valderrobres se produjo entre los años 1165 y 1170, siendo fruto de la colaboración entre el rey Alfonso II de Aragón y diversas órdenes militares. 

Valderrobres y la comarca del Matarraña vivieron con mucha intensidad el conflicto carlista tanto por la fragmentación social que había como por la intervención de tropas ajenas al territorio, especialmente durante l a primera guerra carlista (1833-1840).

También se vivieron tiempos convulsos, ya que el anarquismo arraigó con mucha fuerza en Valderrobres y la comarca del Matarraña. Tanto es así que el 8 de diciembre de 1933, tras conocerse los resultados electorales de noviembre confluyeron en la localidad cientos de anarquistas de toda la zona, que neutralizaron a las autoridades, quemaron los archivos, proclamaron la revolución y colocaron la bandera roja y negra en la Casa Consistorial, tras lo cual intentaron asaltar e incendiar el cuartel de la Guardia Civil. Los incidentes finalizaron con la llegada del Regimiento "Almansa" y la detención de los miembros del Comité Comarcal.

Tras la historia resumida de la ciudad, bajamos caminando desde el Palacio, que pese a ser uno de los edificios más antiguos de Valderrobres, esta imponente construcción situada a los pies del castillo es también uno de los que más ha sido transformado por el paso del tiempo. Los primeros documentos que lo mencionan datan del siglo XVI, pero es muy posible que estuviera en pie desde principios del XV.

Su función original era la de servir como sede para la recaudación de impuestos y era, al igual que el castillo, propiedad del arzobispo de Zaragoza.
Esta relación con el castillo dio lugar a ciertas peculiaridades en su construcción, como el hecho de estar la planta baja adosada a la montaña y tener un túnel de comunicación, posiblemente secreto, para llegar hasta el mismo.

En el mismo edificio que el “palau” aunque probablemente diferenciados, se encontraba el antiguo hospital. Una suerte de albergue para pobres propiedad de la iglesia que estuvo funcionando en estas dependencias desde el siglo XVI hasta el XIX, cuando por causa de la desamortización pasa a manos del ayuntamiento perdiendo progresivamente dicha función. 
 
Inseparablemente unida a la figura del castillo-palacio, la iglesia de Valderrobres, levantada en honor a Santa María la Mayor es uno de los más espléndidos ejemplos de gótico levantino de





de la provincia de Teruel.

Continuamos bajando hacía el Ayuntamiento, se trata de un edificio inspirado en el ayuntamiento de Alcañiz, aunque aquí se añadiría una lonja con fines comerciales además de los administrativos y judiciales que ya poseía de por si el edificio. Dentro del estilo manierista y se termina en 1599, fecha que aparece esculpida en piedra en el escudo de la fachada.

Continuamos el paseando por estas centenarias calles, y nos asomamos al puente gótico sobre el río Matarraña, difícilmente podría Valderrobres tener una entrada más espectacular que la que le brinda el impresionante puente medieval y el portal de San Roque.
 

Pieza fundamental de su arquitectura e imagen perfectamente reconocible allí donde se mencione el pueblo. La construcción del puente parece estar asociada a la de sus murallas, así que podríamos fechar el inicio de las obras para construir el mismo en torno a 1390.

Sería difícil afirmar con seguridad la fecha de su conclusión, seguramente a principios del siglo XV y estando Valderrobres bajo la prelatura de Dalmao de Mur responsable también de las plantas más altas del castillo. 

Se trata de un puente completamente medieval, de cuatro agujeros, extremadamente sólido y provisto de tajamares en forma de cuña pensados para protegerlo de fuertes riadas y evitar la acumulación de troncos. En el siglo XVI se asienta sobre su último tramo el ayuntamiento, modificando por tanto el aspecto del puente en su tramo final al conectar con la plaza.

El puente atraviesa la antigua puerta principal de acceso al recinto amurallado. A finales del siglo XVI este portal fue consagrado a San Roque, protector ante las epidemias y Patrón de la población, quedando hoy en día como uno de los portales mejor conservados.

Caminamos por el bode del río, donde se encuentran muchos de los restaurantes de la localidad y volvemos hacía el Pk., para iniciar la ruta, ya que pensamos comer en LA FRESNEDA estacionamos en una avenida, a los pies de la villa, y nos dirigimos a lo alto de la misma, por estrechas y empinadas calles, hasta que llegamos a la Iglesia, dedicada a Santa María la Mayor  o Nuestra Sra. De las Nieves, entre los s XVI y XVII, se encuentra cerrada por lo que no podemos acceder al interior.
 
En el alto se encuentran los restos del derruido castillo y comenzamos la bajada, hacía la plaza mayor donde se encuentra el Ayuntamiento que tiene tres plantas y tres de sus cuatro fachadas están exentas, ya que, la posterior está adosada a una manzana de casas que separan dos calles que dan a la plaza Mayor. Construida en 1576 


Las tres fachadas de piedra de sillería, son diferentes entre sí. La fachada principal es renacentista y tiene, en la planta baja, un arco rebajado de acceso a la lonja. 

En la planta noble se encuentra un balcón corrido (descentrado) en el que se abren dos puertas con decoración manierista y sobre ellas dos frontones curvilíneos partidos con pináculo, entre dichas puertas se sitúa el escudo de la Villa con el fresno. 

La tercera planta tiene una galería de arquillos de medio punto (típica en los edificios renacentistas aragoneses) que, en lugar de estar rematada con el típico alero, tiene una serie de torrecillas que simbolizan las almenas de una fortificación militar, un reloj de 1923 y un torreón cilíndrico en cada esquina.

En la Plaza Mayor centro neurálgico de la villa, se encuentran los restaurantes de la villa, y nos sentamos a tomar unas cervezas y unas tapas, para saciar la sed y matar el gusanillo. Con unas raciones de jamón, champiñones y las respectivas cervezas.

Seguimos caminando y en uno de sus laterales está situada la Oficina de Turismo en lo que fueron  las mazmorras, donde encerraban a las gentes pobres y  en el mismo edificio y en la parte opuesta, se encuentra  la única "cárcel de lujo" de la comarca de Matarraña. Estaba destinada para presos de alto rango como religiosos, militares o miembros de familias notables.





Mientras nos dirigimos hacía la Ac, comienza una fina lluvia que nos hace refugiarnos en los bajos de la Casa del Encomendador o Palacio de la Encomienda. Este edificio, actualmente propiedad privada, sirvió como residencia del comendador de la Orden de los Calatravos que previamente tenía su vivienda en el castillo. 

Fue construido en el siglo XVI en estilo renacentista y se utilizaba principalmente para el almacén de los antiguos diezmos (parte de las cosechas que los aldeanos tenían que pagar como tributo). Destaca el espectacular escudo pintado encima de la puerta principal.



Un poco mas abajo se encuentra la Capilla del Pilar que data del siglo XVII - XVIII, tiene una fachada barroca, y que sólo se puede visitar con guía
Nos dirigimos al parquin, y una vez en la AC., terminamos nuestra visita a la Matarraña, que desde luego seguro que volveremos, nos dirigimos a LA SALZADELLA, donde se celebra la Fiesta de la Cereza.

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