MISTERIOS Y LEYENDAS DE SEVILLA
Nuestras visitas a la ciudad de Sevilla, últimamente vienen siendo habituales, ya que además de ser una de las ciudades más bonitas de España, residen unos amigos con los que nos une una gran amistad, después de más de un año sin poder visitarlos, debido a la pandemia, de nuevo hemos vuelto a su casa, donde estacionamos la autocaravana y pasamos unos muy buenos días en los que nos tratan ya como si de familia se tratara,
En esta ocasión no sólo ha sido el trato que hemos recibido, sino que nos han preparado una grata sorpresa, y es conocer y ver Sevilla de otra manera, por ello hoy conoceros la ciudad con sus leyendas y misterios que dan si cabe una nueva visión de la ciudad.
Como tenemos tiempo para acudir a la cita, paseamos y un rato por las inmediaciones de la Catedral.Muy cerca nos llevan a la que se conoce como la plaza más pequeña de Sevilla, llamada Plaza Santa Marta
En una de las paredes se encuentra escrito un poema titulado “Demanda de Amor “
TEXTO:
¿ Que soy tuyo ? me preguntas al escuchar el reloj del tiempo de la Catedral
Antes de que la última campana evoque con su alegre canto tu despertar
Sabras que
no fuiste el primero
mas si el último que vera mi Vida marchar
no fuiste sereno
dulce locura que embriga mi Alma al despertar
no fuiste fugaz
infinito nectar del que beber en la Eternidad
no fuiste cobarde
valentia salvaje que lleva mi mente a viajar
no fuiste altivo
sino humilde sirviente del vervo Amar
pues fuiste eres y seras el Amor de mi Verdad
apasionada Musa que mis pasos los haces temblar
calida inspitación de mis Sueños los llevas a volar
La ruta leyendas y misterios comienza a las 21,00 horas y recorre parte de la ciudad antigua con innumerables historias, y en este caso, contadas de una forma muy didáctica. Comencemos:
Nos citan en la plaza del Triunfo, se encuentra ubicada entre los Reales Alcázares, el Archivo de Indias y la parte traseras de la Catedral.
Esta plaza debe su nombre a que el día 1 de noviembre de 1755 se produjo el terrorífico terremoto de Lisboa, que arraso n o solo la ciudad sino que llego a muchas partes de España, como Ciudad Real, Huelva, Cáceres y como no, también a Sevilla.
El terremoto, se produjo a primeras horas de la mañana y la iglesia (hoy Catedral), se encontraba llena de fieles, que al sentir los temblores y la caída de cascotes salió despavorida de la Iglesia, reuniéndose en la plaza. Ante el hundimiento de parte de parte del artesonado de la misma, los files una vez finalizaron ,los temblores accedieron al interior del templo, para averiguar si había victimas entre los escombros, sin que encontraran a nadie.
Volvieron todos a la plaza y dieron gracias a la Virgen y a la vez le pidieron que se producían nuevos temblores que no se produjeran victimas en Sevilla, de hecho tras las continuas replicas y pasado los días después del seísmo, solo se registraron 10 victimas en toda la ciudad de Sevilla.
Ante este hecho los sevillanos erigieron un hornacina a la Virgen del Patrocinio en agradecimiento a los pocos fallecidos por el terremoto.
Desde esa fecha, los sevillanos comenzaron a llamar a la plaza DEL TRIUNFO, porque la Virgen hizo el milagro y triunfo ante la adversidad de las fuerzas de la naturaleza
Este templete, en honor a Nuestra Señora del Patrocinio o del Triunfo, lo corona una imagen de la Virgen con el Niño. Fue construido un año después del terremoto y levantado en 1757, obra de José Tomás Zambrano. Así, se erigió en el lugar donde se terminó la misa catedralicia, interrumpida por el movimiento sísmico, un monumento para conmemorar la efeméride. Además, y desde entonces, permanece la costumbre de celebrar una Misa de Acción de Gracias cada 1 de noviembre en esta plazuela, delante de dicho monumento.
Así mismo en esta misma plaza frente a este templete se encuentra el monumento dedicado a la Inmaculada Concepción, cuyo conjunto escultórico se debe a Lorenzo Coullaut Valera, levantado en 1918, en el que todos los años la noche del 7 de diciembre se realiza una ofrenda floral, así como un recital de tunas universitarias, que congrega a un gran número de personas.
El monumento a la Inmaculada tiene cuatro estatuas de personajes sevillanos ilustres, que fueron firmes defensores del inmaculismo en el siglo XVII: el teólogo jesuita Juan de Pineda, el poeta Miguel Cid, el escultor Juan Martínez Montañés y el pintor Bartolomé Esteban Murillo.Una vez conocida la historia de la Plaza del triunfo, comenzamos nuestra visita, pasamos a través del una de la puertas al interior de los Alcázares, que nos lleva al Patio de Banderas
Debe su nombre a un haz de banderas que estaban pintadas sobre la puerta de la muralla que da acceso al patio desde la plaza del Triunfo, y donde se izaban las banderas de los visitantes ilustres que llegaban a los Alcázares
En la década de 1970 se encontraron en el subsuelo restos arqueológicos de una basílica cristiana que pudiera ser del siglo IV, usada en la etapa romana y visigoda.
A mediados del siglo XIX. En 1928 se colocó una fuente central, realizada por José Díaz. El lugar era usado para los que llegaban en caballos, por lo que siempre tuvo un suelo arena.
Entrada a los Reales Alcazares
En los edificios que rodean la plaza como en los Reales, solo residen los empleados del mantenimiento de mayor rango y que una vez dejan el trabajo deben abandonar la vivienda, este incluye también al Alcaide jefe de los Alcázares
El patio también tiene acceso por un pasaje de la calle Judería. Hoy llamada el barrio de Santa Cruz.
Nos introducimos por el callejón por el que se accede a la tigua judería y desde el que se divisa una preciosa vista de la Giralda, continuamos por la calle “Vida” y llegamos a la Plaza de Doña Elvira, esta plaza surgió en la reurbanización que se hizo del barrio entre 1911 y 1918. La Plaza de Doña Elvira, elegante con sus azulejos y naranjos y una fuente y arriates con asientos de ladrillos y azulejos, antiguamente se utilizaba como Corral de Comedias. Y fue aquí precisamente donde, tras ser convertida en Corral de Comedias, se estrenaron obras de Miguel de Cervantes.
Y la leyenda popular sevillana dice que aquí estaba la casa de Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Elvira, de quien recibe su nombre la plaza, del "Don Juan Tenorio" de Zorrilla.
La realidad es que este nombre se referiría a Doña Elvira, la hija del Canciller de Castilla.
" Calle Vida "
En esta plaza confluyen varias calles, entre ellas la que descrito como de la “Vida” y otra llamada de la “Muerte”
Esta calle a la que le han cambiado el nombre llamándose en la actualidad calle Susona, la guía comienza a explicarnos que imaginemos que viajemos a finales del S.XIV, concretamente a 1390. Enrique III de Castilla, conocido como ‘El Doliente’, sube al trono.
" Calle Muerte "
Escasos 30 años atrás, el Rey Pedro I y Enrique Trastámara, se habían enzarzado en una disputa mortal por el trono de Castilla. La situación política era algo compleja, ya que Enrique II había hecho muchas promesas al Clero y la Nobleza, de devolverles sus privilegios. Esto sumió al reino en una enorme crisis.
Esta situación mejoró durante el reinado de Enrique III, pero, ya era demasiado tarde. Tantos años de crisis y descontento produjeron una explosión: Revuelta anti judía de 1391.
Este movimiento anti judío provocó ataques contra los barrios judíos por todo el reino, destacando las de Sevilla, Córdoba. Durante éstas, hubo saqueos, incendios, matanzas y conversiones forzadas
Qué tiene todo esto que ver con la Leyenda de la Calle Vida? Pues bien, se cuenta que cuando los cristianos entran en el Barrio Judío de Sevilla en 1391 (hoy barrio de Santa Cruz), para arrasar con la comunidad, éstos lo hicieron de noche, entrando con sigilo y cerrando todas las salidas del mismo para que ni uno de ellos pudiera escapar. En cada una de esas puertas, se colocó a un guarda.
Pues, cuenta la leyenda de esta macabra noche, que uno de los guardas olvidó sin querer o queriendo, cerrar una de las puertas y, a través de ella, algunas de las familias judías lograron escapar del fatídico final, ya que se refugiaron en la Catedral
Esa puerta existe aun actualmente, y es la que conecta la Calle Judería con el Barrio de Santa Cruz. Por ello la calle recibe el nombre de Vida, porque todos aquellos que lograron escapar de ese cruel destino obtuvieron: La Vida.
Por el contrario todos los judíos que eligieron otras calles, fueron muertos por la horda de cristianos, de ahí la calle de Muerte
La causa desencadenante inmediata de la revuelta sevillana fueron las predicaciones anti judias que desde hacía quince años (1376) venía efectuando el arcediano de Écija Ferran Martinez, que incitaba a la población de Sevilla contra los judíos. A los protagonistas del tumulto, seguidores del predicador, se les conocía como matadores de judíos. A los motivos religiosos, se sumó la percepción de impunidad de los que asaltaban y destruían las sinagogas.
Tras este relato seguimos por la calle Muerte, hoy Susona, llegamos a una pequeña plaza en la que la guía nos cuenta otra de las leyendas que circulan por Sevilla.
La llamada Susona, es el apodo de de Susana Ben Susón fue una judía de Sevilla del siglo XV. La leyenda sobre ella dice que era conocida por su belleza y que se retiró a un convento tras delatar a su padre, Diego Susón, que estuvo en un grupo que tramaba un complot contra los cristianos
En torno a 1480 un grupo de judíos tramaron una conspiración para desestabilizar a los 24 (gobierno de la ciudad de Sevilla, hoy Ayuntamiento) uno de sus cabecillas fue padre de Susona, Diego Susón.
Los conspiradores se reunían en casa de Diego Susón para tramar la difusión de los planes, que incluían liberación de presos para que produjeran desórdenes, beneficiar el poder musulmán y llevar a cabo levantamientos violentos en las principales ciudades, además de ejecutar a todos los primogénitos de los 24, todos ellos de la nobleza y cristianos viejos.
Sin embargo, Susona era pareja de un caballero cristiano, hijo de uno de los 24 y por miedo de los cauces que estaba tomando la situación, le contó toda la conjura a su pareja.
Este se lo contó a su padre el asistente mayor de la ciudad de Sevilla, Diego de Merlo, para informarle de lo que le había contado Susona.
Diego de Merlo acudió con tropas a una de las reuniones y
arrestó a todos los judíos del grupo, que fueron condenados a muerte. El
grupo lo formaban Diego Susón.
Una vez detenidos todos los judíos y posteriormente ejecutados, el pretendiente de Susona, le retiro el compromiso de boda que tenía con ella, cayendo ésta en un gran sentimiento de culpa por haber traicionado a su padre. Se confesó con el arcipreste Reginaldo Romero, que la bautizó. Y le recomendó que pasara unos años en un convento hasta que se olvidara la traición.
A su muerte dispuso en su testamento que su cabeza fuera colgada de la puerta de su casa, en el barrio Santa Cruz de Sevilla, para recordar a la gente sutraición. La cabeza permaneció ahí, al menos, hasta el año 1600. (tras la reja) En la actualidad un azulejo muestra la calavera.
Tras esta truculenta leyenda, en esta misma plaza nos encontramos con una simbiosis rara entre dos especies, una palmera y un naranjo conviviendo en armonía, siendo un hecho que los humanos rara vez conseguimos convivir
Seguimos caminando y nuestros pasos nos llevan a parte de las murallas almohade del siglo XII que rodeaban la ciudad, y las canalizaciones de agua que traían la misma a la ciudad desde los caños de Carmona, resultado del aprovechamiento por parte de los árabes del trazado y parte de los elementos del antiguo acueducto romano, por lo que la calle se denomina “calle del Agua”, que desemboca en los jardines de Murillo, para construir estos éstos, a comienzos del siglo XX el monarca Alfonso XIII cedió los terrenos donde en la actualidad están los jardines de Murillo al Ayuntamiento de Sevilla. En la zona había trozos de muralla y la tapia de la huerta del Retiro. En 1911 algunos de estos trozos y la tapia fueron derribados para crear una zona verde que comunicase el sureste del barrio Santa Cruz con la Ronda Histórica.
En esta vivienda anexa a los jardines, una leyenda, dice que el hermoso Balcón de Rosina, ubicado en un edificio en esquina en la Plaza de Alfaro, en pleno Barrio de Santa Cruz, fue uno de los escenarios en los que Beaumarchais desarrolló su famosa ópera ‘El barbero de Sevilla’. Teóricamente se trata del balcón al que Fígaro aconsejó al Conde de Almaviva que escalara, ataviado con diversos disfraces, para recuperar a su amada.
La trama relata las peripecias de una pareja de enamorados integrada por el conde de Almaviva y la joven huérfana Rosina. Bartolo, preceptor de la muchacha, también la pretende pese a la diferencia de edad. Para evitarlo, la pareja se vale de la ayuda del barbero Fígaro, quien mediante enredos engaña a Bartolo y consigue unir en matrimonio a los enamorados.
En esta misma plaza, una de esas historias eternas que se cuentan en Sevilla y que tiene como escenario a una de las más destacadas casas del mítico barrio de Santa Cruz.
Se trata de la Verja del Diablo, se trata de una verja muy particular
"Reja del Diablo"
los barrotes no están ni soldados ni pegados, como si fuera de una unión antinatural permanecen unidos al estar entrelazados, como si el hierro se hubiera convertido en plastilina para moldear.
Quizás es esta característica la que ha hecho que muchos digan de esa reja que la forjó el mismísimo diablo como si de una leyenda se tratara.
Este tipo de rejas no se hacía en Sevilla, sino que eran fabricadas fuera teniéndose constancia de otras en diferentes puntos de nuestra geografía. Un taller de forjado en Úbeda o Jaén parece ser que, se especializaron en ella durante esa época. La dificultad para su realización es grande y sólo los maestros eran capaces de hacer una igual, por eso decía de ella que «sólo el diablo podía ser su creador»
Seguimos por dicha calle hasta la casa Fabiola, en la calle del mismo nombre, en pleno barrio de Santa Cruz. Es la casa natal del cardenal Nicolas Wiseman, autor de la novela Fabiola, que le da nombre al inmueble. En la primera mitad del siglo XIV perteneció al tesorero real judío Samuel Leví.
En el transcurso de los siglos la vivienda fue comprada por destacados miembros de la nobleza andaluza, formo parte del convento de la Madre de Dios
Desde enero de 1801 James Wiseman fue arrendatario de esta casa. Aquí nacería, 3 de agosto de 1802, el segundo hijo del matrimonio, Nicolas Wiseman . James falleció en 1805, la viuda y sus hijos abandonaron Sevilla para volver a Irlanda
" Casa Fabiola "
Nicolás volvió a visitar la ciudad entre finales de 1844 y 1845, cuando era obispo coadjutor de Birmingam. En este periodo fue nombrado doctor de Teología de la Universidad de Sevilla por petición del ayuntamiento.
Nicolás Wiseman llegó a ser primer cardenal arzobispo de la archidiócesis de Westminster tras el restablecimiento de la jerarquía católica en Inglaterra y Gales en 1850.
Escribió la novela Fabiola, publicada en 1854, sobre los cristianos perseguidos en tiempos del emperador Diocleciano. Tras el fallecimiento de Nicolás Wiseman, en 1865, el ayuntamiento llamó a la calle Fabiola y el inmueble pasó a ser conocido como Casa Fabiola.
La leyenda dice que se ha visto una extraña presencia, una extraña aparición, una extraña manifestación del más allá de rasgos definidos y definitorios, los que se han encontrado cara a cara con él dicen se trata de un ser atormentado, lo describen como un monje, por sus atuendos, que aún vaga por el interior del edificio como alma en pena
Se dice que “realmente es aterrador pasar aquí el tiempo, ajeno a todo comenzar a percibir un olor extraño lo primero, ni agradable ni desagradable, extraño. Luego sientes que hay alguien arriba, en la primera planta porque se sienten sus pisadas con claridad. Te pones en alerta y subes las escaleras. Mientras subes tienes la sensación que estás siendo observado, vigilado y al poner un pie en la planta te sientes incómodo...
Sientes portazos, te apresuras a ver qué pasa porque puede tratarse de alguien que ha entrado... Pero no ves a nadie, cuando comienzas a bajar las escaleras te sisean, lo sientes claramente, miras y sientes como una risa, como un murmullo lejano... Es tan espantoso que me pone los pelos de punta recordarlo”.
“lo peor es cuando estás aquí sola y comienzas a escuchar como a alguien que arrastra lo pies y gime, es como el llanto vergonzoso de un hombre que no quiere ser descubierto. Se te ponen los pelos de punta. Luego cuando crees que algo va a aparecer ante ti solo sientes frío, y es que esta casa nunca ha sido precisamente muy cálida, al revés, su patio y los techos o la propia construcción hace que se muy fría.
Otras veces te llegan olores extraños, como a algo que se quema, como a cera quemada, te levantas y sigues ese olor extraño pero no tiene solución ya que no hay nada que lo explique. No más impresionante es cuando algunas puertas del piso superior se comienzan a abrir y a cerrar y sientes los portazos, no es que sean todas a la vez, al día es una nada más o como mucho dos, pero tú sabes que allí todo está cerrado y que no hay nadie... ¿Por qué suena entonces? ¿Quién las abre o las cierra? Da miedo, la verdad.
Se cree que es el espíritu de Nicolás que regresa a su vivienda natal.
Seguimos la ruta definida y al final, de la calle Fabiola, emerge la calle Federico Rubio, en ella encontramos un edificio que es la sede del Instituto Británico de Sevilla, es un edificio amplio y solemne, en su interior vuelven los ecos de las apariciones fantasmales.
Cuentan que en sus pasillos se escuchan los apresurados pasos de alguien que vaga por toda la eternidad. Una nueva dama que porta un candelabro y que pasea por los estrechos pasillos superiores. Los testigos afirman que se le puede ver rodear todo el patio porticado, en un deambular semi-iluminado que llena de pavor a aquél que presencia tan espectral paseo. Tras ello comienza a bajar las escaleras para, cuando está a punto de pisar la planta baja, desaparecer sin más...
La leyenda dice se trataba de una joven a que quedo embarazada, la familia lo mantuvo en secreto y cuando dio a luz su padre la emparedo viva, quedando el hijo nacido a cargo del padre, por lo que el espíritu de esa joven vagaba por las estancias del inmueble, y siempre desaparecía al finalizar el tramo de escaleras.
Cuando se realizaban unas obras de acondicionamiento de este edificio, se descubrieron tras la escalera, que da acceso a la planta superior, los restos humanos, que había sido tapiada o enterrada allí. En este lugar y fue, precisamente, tras remover aquellos restos finalizaron las manifestaciones paranormales en el edificio.
Aunque no es el tema de la visita, una cuestión nos llama la atención y es que en muchas de las estrechas calles del Barrio de Santa Cruz encontramos ruedas de molino incrustadas en las fachadas de las viviendas que se encuentran en las confluencias con otras calles.
Calle del Aire con las defensas de ruedas de molino para preservar las viviendas
Estas ruedas servían de protección contra las rozaduras de los carros tirados por animales que tenían problemas para girar y con estas protecciones evitaban que las fachadas sufrieran desperfectos y ocasionaran daños estructurales a las casas
De
nuevo nos ponemos en marcha y nuestros pasos nos llevan a una calle cuyo nombre
ya augura una nueva historia – leyenda, se trata de la calle Cabeza
del Rey Don Pedro, en este lugar según se cuenta, ocurrieron los siguientes
hechos
En tiempos del rey Pedro I «El Justiciero» un
caballero de los Guzmanes, enemigos absolutos, trataba de destronar a éste en
favor de los Trastámara-Guzmán. Para tal fin de «caballero» iba sembrando de mentiras y atrocidades
la figura del rey que no tardaría demasiado tiempo en ser informado de tal
circunstancia.
Pedro I no podía mandar ejecutar al caballero pues significaría una Guerra Civil con la poderosa familia de los Trastámara, por otra parte tampoco podía dejar pasar la ocasión de limpiar su honor, así que pensó que un duelo sería la mejor opción de lograrlo.
Cierta noche, sabiendo de los hábitos y costumbres del difamador, lo esperó, en la calle de los Cuatro Cantillo, y allí le pidió ajustar cuentas. Más hábil el rey dio muerte al caballero de una certeza estocada en el pecho.
Testigo de todo ello fue una señora ya mayor que, entre la penumbra, asomó un candil para tratar de ver que sucedía no acertando a ver quién eran los duelistas.
A la mañana siguiente la anciana lo comentó al hijo de Juan, el carbonero, que había sido «testigo» de un duelo en el que una persona había muerto.
" Ventana y candil desde se divisó el duelo entre el Rey
y el Guzman "
Ese mismo día, en Sevilla, se extendía el rumor que un poderoso caballero de la familia de los Guzmanes había muerto en un duelo en las calles de la ciudad y su cuerpo había sido llevado al palacio de la calle Jesús.
Ante el rey acudió el conde de Niebla, don Tello de Guzmán reclamando justicia por la muerte de su hijo. El rey preguntó: «¿Han matado a su hijo? Mis informadores me han dicho que tenía más bien las características de haber muerto en un duelo.»
El conde, desairado, repuso: «Junto al cuerpo se encontró un candil» y el rey repuso: «¿Y qué os lleva a pensar que fue asesinado?», ante lo cual don Tello de Guzmán dijo: «Fue atacado por sorpresa y por ello os pido justicia» y para calmar a aquel padre que lamentaba con orgullo la muerte de su hijo el rey afirmó: «Y en adelante, os prometo, delante de estos caballeros, que si el matador de su hijo es descubierto, mandaré poner su cabeza en un nicho, en la pared, en el mismo lugar de su muerte».
El rey mandó un pregón a toda Sevilla en la que se decía que se premiaría con cien doblas de oro: «El rey don Pedro manda, que si fuese hallado el matador, sea su cabeza puesta en este nicho en la misma calle donde le dio muerte».
Esta noticia llegó a oídos del carbonero quién informó a su madre: «madre, la fortuna llama a nuestra puerta». Se vistió, puso sus mejores galas y pidió ser recibido por el rey.
El rey lo recibió con sorpresa y no cierto temor: «Si me estáis mintiendo os mandaré encerrar en la mazmorra». Y el chico le dijo: «No señor, no miento; pero os lo diré a vos a solas, sin la presencia de guardias o criados, ni de ministros o consejeros.»
El chico le comentó como su madre, desde una cercana ventana había sido testigo del duelo de aquellos dos caballeros, Juan «el carbonero» le dijo además. «Venid conmigo y os lo mostraré de frente» y llevó al rey a un espejo que había en el salón; el rey se colocó en frente y le dijo: «Lleváis razón, ese hombre es quién mató al caballero Guzmán, pero a partir de ahora os prohíbo que lo digáis a nadie más, so pena de mandaros ahorcar.»
El rey dijo: «Verdaderamente, este buen hombre me ha denunciado al verdadero matador del hijo del conde de Niebla, por lo que mando que mi mayordomo le entregue de presente las cien doblas de oro prometidas, y vaya muy en paz.»
Al saber de la noticia los Guzmanes se personaron ante el rey para exigirle que cumpliera su promesa en la calle de los Cuatro Cantillos y el rey les dijo: «Podéis estar allí esta misma tarde, que la cabeza quedará puesta en su lugar tal y como he prometido.»
La expectación fue total y muchos vecinos de Sevilla se acercaron hasta allí para comprobar como el rey cumplía su promesa y colocaba la cabeza del matador (asesino) del caballero Guzmán.
Llegó el verdugo escoltado por un dispositivo de guardias con un cajón, redobló el tambor y leyó el pregonero: «Manda el muy alto y poderoso rey don Pedro, que la cabeza del hombre que mató al hijo del conde de Niebla sea puesta en un nicho en la pared de este lugar, donde cometió su homicidio. Pero por tratarse de persona muy principal, y por importar a la tranquilidad, sosiego y paz de esta ciudad, el que no se conozca quién fue el dicho matador, ya que entre las familias del matador y el muerto se podría hacer bandos y luchas ordena el rey que la cabeza se ponga en el nicho, tal y como está metida dentro de este cajón, sin que nadie se osado a abrirlos para reconocerla. Y pónganse por delante fuertes rejas de hierro, para que nadie pueda robarlo.» Y se dispuso un fuerte dispositivo para que nadie pudiera robar o conocer la identidad del «matador».
Cuando murió el rey Pedro I, años después, en la guerra con su hermano bastardo Enrique de Trastámara, en Montiel, dos Tello de Guzmán fue gobernador de Sevilla y nada más llegar a la ciudad hispalense mandó quitar la reja y abrir el cajón que debía tener la cabeza del asesino de su hijo que pensaba clavarla en una pica y mostrarla, aunque fuera su calavera, a toda Sevilla. Al romper el cajón una exclamación surgió entre los presentes: no había restos óseos, sólo una cabeza de piedra del mismísimo rey Pedro I que parecía vengarse, desde el más allá, aún más, de los Guzmanes.
Don Tello de Guzmán hubiera querido destrozar allí mismo aquella cabeza de piedra que parecía una burla. Pero el Guzmán sabía que su hermano bastardo, y nuevo rey, Enrique de Trastámara, no lo hubiera consentido; así se dejó la cabeza expuesta en una hornacina, en la calle del Candilejo, hoy llamada, muy apropiadamente: Cabeza del Rey don Pedro
El rey lo recibió con sorpresa y no cierto temor: «Si me estáis mintiendo os mandaré encerrar en la mazmorra». Y el chico le dijo: «No señor, no miento; pero os lo diré a vos a solas, sin la presencia de guardias o criados, ni de ministros o consejeros.»
El chico le comentó como su madre, desde una cercana ventana había sido testigo del duelo de aquellos dos caballeros, Juan «el carbonero» le dijo además. «Venid conmigo y os lo mostraré de frente» y llevó al rey a un espejo que había en el salón; el rey se colocó en frente y le dijo: «Lleváis razón, ese hombre es quién mató al caballero Guzmán, pero a partir de ahora os prohíbo que lo digáis a nadie más, so pena de mandaros ahorcar.»
El rey dijo: «Verdaderamente, este buen hombre me ha denunciado al verdadero matador del hijo del conde de Niebla, por lo que mando que mi mayordomo le entregue de presente las cien doblas de oro prometidas, y vaya muy en paz.»
Al saber de la noticia los Guzmanes se personaron ante el rey para exigirle que cumpliera su promesa en la calle de los Cuatro Cantillos y el rey les dijo: «Podéis estar allí esta misma tarde, que la cabeza quedará puesta en su lugar tal y como he prometido.»
La expectación fue total y muchos vecinos de Sevilla se acercaron hasta allí para comprobar como el rey cumplía su promesa y colocaba la cabeza del matador (asesino) del caballero Guzmán.
Llegó el verdugo escoltado por un dispositivo de guardias con un cajón, redobló el tambor y leyó el pregonero: «Manda el muy alto y poderoso rey don Pedro, que la cabeza del hombre que mató al hijo del conde de Niebla sea puesta en un nicho en la pared de este lugar, donde cometió su homicidio. Pero por tratarse de persona muy principal, y por importar a la tranquilidad, sosiego y paz de esta ciudad, el que no se conozca quién fue el dicho matador, ya que entre las familias del matador y el muerto se podría hacer bandos y luchas ordena el rey que la cabeza se ponga en el nicho, tal y como está metida dentro de este cajón, sin que nadie se osado a abrirlos para reconocerla.Y pónganse por delante fuertes rejas de hierro, para que nadie pueda robarlo.» Y se dispuso un fuerte dispositivo para que nadie pudiera robar o conocer la identidad del «matador».
Cuando murió el rey Pedro I, años después, en la guerra con su hermano bastardo Enrique de Trastámara, en Montiel, dos Tello de Guzmán fue gobernador de Sevilla y nada más llegar a la ciudad hispalense mandó quitar la reja y abrir el cajón que debía tener la cabeza del asesino de su hijo que pensaba clavarla en una pica y mostrarla, aunque fuera su calavera, a toda Sevilla. Al romper el cajón una exclamación surgió entre los presentes: no había restos óseos, sólo una cabeza de piedra del mismísimo rey Pedro I que parecía vengarse, desde el más allá, aún más, de los Guzmanes.
Don Tello de Guzmán hubiera querido destrozar allí mismo aquella cabeza de piedra que parecía una burla. Pero el Guzmán sabía que su hermano bastardo, y nuevo rey, Enrique de Trastámara, no lo hubiera consentido; así se dejó la cabeza expuesta en una hornacina, en la calle del Candilejo, hoy llamada, muy apropiadamente: Cabeza del Rey don Pedro. Si pasea por esta calle de Sevilla alce la vista y verá un busto de mármol. Lo habrá encontrado.
Ya vamos finalizando la visita y sólo nos quedan dos plazas por recorrer ambas con una historia diferente.
La primera la plaza de la Alfalfa, esta zona constituía en época romana el punto de encuentro del cardo maximus que transcurría de norte a sur.
En esta zona se encontraban el foro de la época imperial romana, que comprendía templos, termas, edificaciones públicas y mercados.
Con el transcurrir de los tiempos y hechos históricos en ella sucedidos, los cambios de denominación (que han sido muchos) no han afectado a su nombre popular, pues desde que se recuerda, todo el mundo la ha llamado plaza de la Alfalfa, independientemente del nombre que rezase en el rótulo.
Desde mediados del siglo XIX, exactamente desde el año 1852, en la plaza se instaló un mercado de compra-venta de animales (mercado de la Alfalfa) por mandato del Ayuntamiento de Sevilla con la intención de evitar el peligro que suponía cruzar el puente de barcas para acudir al mismo que antes estaba instalado en el barrio de Triana.
Este mercado fue prohibido en octubre de 2005, en virtud de las medidas que se decretaron en prevención de la gripe aviar.
La segunda es, la llamada Plaza de la Encarnación, siendo un proyecto llamado “ Metropol Parasol también denominado de forma oficial desde su apertura como plaza Setas de Sevilla
La obra, compuesta principalmente de madera laminada, está formada por una gran retícula en forma de parasol sostenida sobre seis pilares que abarcan tanto la plaza de la Encarnación como la Plaza Mayor de la ciudad.
Cada una de sus costillas componen una distribución espacial donde cada nervadura ofrece una curvatura propia, lo cual aporta al conjunto una sensación de movimiento ondulatorio. Aunque su diseño está inspirado en las bóvedas de la Catedral de Sevilla, por su perfil fungiforme, pronto recibió por parte de los ciudadanos el nombre de ‘Las Setas
La plaza de la Encarnación había tenido desde el siglo XIX un gran mercado de abastos conocido como 'Mercado de la Encarnación', el cual fue demolido parcialmente en 1948 debido al replanteamiento urbanístico de la zona.
El Ayuntamiento de Sevilla proyectó construir un gran aparcamiento subterráneo que incluía la rehabilitación del espacio para reconstruir el mercado de abastos.
Durante la excavación, fueron descubiertos importantes restos arqueológicos correspondientes a los periodos romanos y anadalusí de la ciudad, por lo que las obras fueron paralizadas tras haber invertido ya en ellas millones de €
En el año 2004 el ayuntamiento decidió poner en valor de nuevo el espacio, para lo que llevó a cabo un concurso público de carácter internacional con el fin de recibir ideas y proyectos que reorganizasen el espacio, incluyesen un mercado de abastos y una plaza pública y además un espacio destinado a crear un museo en el que se conservasen los restos arqueológicos hallados.
Por lo que elevaron a concurso público la idea era crear una estructura que funcionara como plaza pública, pero que pudiera contener también un mercado, un museo arqueológico y una zona multifuncional.
El objetivo último era crear en el corazón de Sevilla un hito icónico que ofreciera un perfil renovador y futurista que se convirtiera por sí mismo en un atractivo turístico.
Al concurso se presentaron 65 proyectos, de entre los cuales el jurado eligió el denominado «Metropol Parasol», del arquitecto berlinés Jürgen Mayer.
Ya ve va acercando la finalización de esta hermosa ruta de misterios y leyendas, en la que se da a conocer una Sevilla donde no todo es baile, ni toros, ni Guadalquivir también hay hueco para conocer lo escondido, lo misterioso y lo desconocido, lo que no se ve, pero está ahí, y que también así, se conoce Sevilla.
Finalizamos la visita y es hora de cenar llevamos caminado unas 2 horas y estas caminatas abren el apetito y en la misma plaza nos sentamos y damos cuenta de una comida típica andaluza, con sus frituras y por supuesto regada con buena bebidas de la tierra.
Desde estas líneas, queremos agradecer a nuestros amigos José Luis y Sonia, la gran acogida que nos dan cada vez que les visitamos y hoy por darnos la oportunidad de conocer Sevilla de una manera muy especial.
Muchas gracias amigos
19.7.2021
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